Stefan George
Poeta alemán
Stefan George nació el 12 de julio de 1868 en Rüdesheim (Alemania).
Cursó estudios de Filosofía e Historia del Arte en las universidades de Darmstadt, Berlín, Múnich y París.
Vivió retirado con un selecto círculo de discípulos literarios (el Georgekreis), del que él era guía espiritual.
Muchos poetas alemanes famosos fueron miembros de este grupo que propugnaba el "arte por el arte", rebeldes frente al realismo de su tiempo.
Sus obras se publicaron en su propia revista, Hojas para el arte, que aparecía sin ninguna regularidad y que continuó hasta 1919.
En sus escritos se puede observar una clara influencia de Stéphane Mallarmé.
Con la publicación de La estrella de la alianza, en 1914, se hizo más profético y apocalíptico. Una edición completa de su poesía se publicó en 18 volúmenes, entre 1927 y 1934. Además, tradujo al alemán la obra de Dante, Swinburne, Paul Verlaine, Arthur Rimbaud y Charles Baudelaire.
Su obra El nuevo reino (1928), inspirada en Friedrich Hölderlin, evoca la visión de una Alemania nueva como la realización de un idealizado mundo clásico. Esta visión fue utilizada por los nazis, que intentaron hacer de George un profeta del nuevo estado, un honor del que él se avergonzaba, por lo que en 1933 se refugió en Suiza.
Stefan George falleció el 4 de diciembre de 1933 en Locarno.
Obras seleccionadas
Hymnen (Himnos — 1890)
Pilgerfahrten (Romerías — 1891)
Algabal (Heliogábalo — 1892)
Die Büchner der Hirten-und Preisgedichte der Sagen und Sänge und der hängen den Gärten — (1895)
Schwarze Rappen — (1893)
Mein Garten (Mi jardín — 1894)
Das Jahr der Seele (El año del alma — 1897)
Der Teppich des Lebens und die Lieder von Traum und Tod (1900)
Die Fibel (1901)
Tage und Taten (1903)
Der siebente Ring (El séptimo anillo — 1907)
Der Stern des Bundes (La estrella del pacto — 1914)
Der Krieg (1917)
Drei Gesaenge: An die Toten, Der Dichter in Zeiten der Wirren,Einem jungen Führer im ersten Weltkrieg — (1921)
Das neue Reich (El nuevo reino — 1928)
Recorremos en el rico oropel de las hayas
El paseo casi hasta el portal
Y vemos fuera en el campo tras la verja
El almendro en flor una vez más.
Buscamos los bancos libres de la sombra
Donde una voz extraña jamás nos infundió temor
En sueños se cruzan nuestros brazos
Nos deleitamos en el largo y dulce resplandor
Con gratitud sentimos el susurro leve de las gotas
Con que el vestigio de un destello nos cae de las copas
Y oímos y miramos en instantes mudos
Golpear en el suelo los frutos maduros.